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Flashmob en la plaza

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Barahúnda, en el Flashmob

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Flashmob La Plata

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Flashmob al estilo bollywood

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Foto grupal

Foto grupal

Último ensayo general

/Flashmob

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Multitud instantánea

(x Antonela Schiantarelli)

 

La Plata. En septiembre del 2012, los vecinos y los transeúntes de Plaza Azcuénaga -calle 19 y 44-, se vieron sorprendidos por un despliegue artístico inesperado. Unos minutos de danza, percusión y Bollywood pusieron a bailar a más de uno.}

 

   Cuatro meses antes, fui a visitar a Karina -profesora y creadora del grupo Flashmob La Plata- y me contó que estaban armando algo con los chicos, que en breve arrancaban los ensayos y que estábamos más que invitados (incluso a bailar). Nos pusimos en contacto por Facebook y de a poco empezamos a formar parte de esa comunidad.

   Cuando llegamos al primer ensayo, en un estudio de danza que quedaba cerca de la terminal de ómnibus, las personas iban viniendo de a poco y el bullicio iba siendo cada vez más fuerte. Mujeres de caderas grandes, altas, algunas más bajas, lindas; los adolescentes que hablaban entre ellos de sus planes para el fin de semana; Karina; dos hombres con una cámara de fotos, y nosotros. Ahí estábamos todos, expectantes, contentos, cansados. Mientras Karina daba la bienvenida, algunas instrucciones básicas y nos presentaba como un “grupo de tesistas de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP”, nosotros comenzábamos con el registro de lo que sucedería durante las próximas dos horas.

   Los hombres que no bailaban, resultaron ser un futuro director de cine y un actor indú. El flashmob que se realizaría en septiembre, sería la escena final de una película que estaban realizando ellos dos. Por eso estaban allí, porque como nosotros, tenían que comenzar a entender de qué se trataba todo eso, cómo lograría Karina coordinar a un grupo de personas tan diferentes para dar un sorpresivo espectáculo de no más de 10 minutos en Plaza Azcuénaga.

   Un flashmob es una multitud instantánea de gente que realiza una aparición de pocos minutos en un espacio público. Por lo general no tiene otro objetivo más que el de entretener; pero también puede llevarse a cabo con algún fin publicitario o político. En la mayoría de los casos los grupos son abiertos, y se contactan a través de las redes sociales; quizás algunos, por el boca en boca.

   Unas semanas después, cuando la coreografía ya tenía un movimiento claro y preciso, fuimos a visitarlos al ensayo y a continuar con el registro audiovisual. En esa ocasión, el futuro director de cine y el protagonista de la película, no estaban; en su lugar había algunos chicos del grupo platense de percusión Barahúnda, que también se sumarían al gran evento de septiembre.

 

Movilizando el encuentro

 

    Sabemos que una de las claves para que un Flashmob funcione es el factor sorpresa, y para que eso suceda, la confidencialidad tiene que sostenerse a lo largo de su organización. En este caso, las redes sociales fueron el motor del Flashmob operado por Karina; Facebook fue el punto de encuentro digital, el espacio en el que -además de comunicarse días y horarios- todos compartían videos, ideas, momentos para juntarse a tomar mate, y pasar el rato.

    Tomando este ejemplo podríamos inferir entonces que, Facebook se constituye como un lugar común de expresión ciudadana, en donde –además de hacer públicas las noticias de la vida íntima- se tejen relaciones sociales de las más variadas. Desde encontrarse con viejos amigos, hasta participar de diferentes “grupos” que defienden una causa, y organizan encuentros.

    Hoy en día, poco más de dos años después de la creación del “Grupo Flashmob La Plata” en Facebook, sus integrantes continúan interactuando entre sí, dándole entidad a ese espacio que funciona como un puente que acorta las distancias y abre paso a la permeabilidad de las relaciones humanas.

 

El día de la cita

    Era un domingo 23 de septiembre nublado y húmedo; habíamos acordado partir desde mi casa, que quedaba a unas cuadras de la plaza. La cita era a las 15hs y había un sólo pedido expreso: la complicidad.

    Llegamos vestidos como nosotros mismos, pero ya sintiéndonos sospechosos de algo; entonces decidimos separarnos y que cada cual caminara su zona. Mientras eso sucedía, aparecían de a poco los integrantes del Flashmob. Aparecían por todas las esquinas, algunos se sentaban en el pasto, hablaban por teléfono, recorrían los puestos de artesanos; pero ninguno de ellos se saludaban entre sí, ni siquiera se sonreían. Eran completos desconocidos.

   Karina había dado una instrucción para que, una vez todos en la plaza, comenzaran a agruparse en el centro y de esa manera empezar la coreografía: primero, unos chasquidos; después, pequeños golpes en el cuerpo, y por último, aplausos. Ahí comenzaría la música, y voilá: ¡Flashmob en marcha!

   Así pasó entonces. Los cuerpos se movían cómplices al ritmo del Bollywood, y con una infinidad de colores y caras nuevas a su alrededor, algunos fijaron su mirada en el público y otros se observaron entre sí a modo de reafirmar la coreografía. Por su parte, los Barahúnda sonreían y tocaban los instrumentos por inercia, fluían entre los transeúntes y la multitud instantánea. Karina y el actor indú estaban al frente de la manada, lookeados y maquillados; él un poco torpe y vergonzoso, y ella la reina de su danza.

   Nosotros tres habíamos decidido dividirnosdo: Santi y Dan se fueron a filmar cada uno por su lado, y yo me quedé registrando el audio de los Barahúnda. No podía dejar de ver las expresiones de todos, percusionistas, bailarines, gente en la plaza; nadie tenía cara de asombro, sino de expectativa.

   El cielo seguía gris, y la plaza –entre  aplausos y sonrisas- quedó como una flor sin pétalos cuando los bailarines terminaron su baile y se dispersaron con los colores de sus ropas por la Azcuénaga. Ese momento me hizo recordar el final de la película The Truman Show, cuando –tras el furor por el desenlace de la historia- los televidentes inmutables apagan la tv o sólo cambian de canal, sin que ese hecho que tanto había revolucionado los aires de la sociedad, modificara sus vidas. Bueno, así terminó este Flashmob, con la euforia de sus protagonistas y la inmutabilidad de sus espectadores: se asombraron, los más pequeños acompañaron la música, pero eso fue todo.

   Nosotros no sabíamos bien cuál era el plan una vez terminada la córeo, por lo que seguimos a Karina para ver qué sucedía. Todos, a un costado de la plaza, se abrazaron, se felicitaron, se fotografiaron, ovacionaron a Karina, y algunos ya estaban preguntando cuál sería el próximo Flashmob, quizás más para volver a encontrarse y compartir un momento, que para intervenir la ciudad otra vez.


 

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