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Genealogía de Intervenciones en LP

(x Daniel Ayala)

 

 

   En Latinoamérica, los procesos dictatoriales vividos a nivel político y social durante la década del ‘70, seguidos del fortalecimiento de políticas neoliberales en los ‘90, donde el sector privado impuso la lógica comercial como dinámica hegemónica, contribuyeron a mutilar los diferentes usos y manifestaciones en el espacio público, recluyendo y reduciendo la vida pública al seno de lo privado.

 

   En las últimas dos décadas que marcan el tránsito al siglo XXI, sostiene Manuel Castells*, el debate sobre el espacio de lo público resurge y se intensifica buscando comprender las transformaciones en la vida pública y reencontrar los referentes sociales, políticos, culturales y urbanos que le dan sentido. Este debate se desarrolla en circunstancias de articulación local-global y de predominio del capitalismo flexible; de cambios estructurales en la relación Estado, sociedad y territorio, y de innovaciones tecnológicas y científicas sin precedentes.

 

   Las intervenciones se apoderan de las paredes, de las calles, de los anuncios y del imaginario social. Se interponen al sentido común que acepta al mundo como dado, para entenderlo como un mundo impuesto. En la ciudad, entre las luces, los carteles, la alienación colectiva y los ruidos, existen textos que dan cuenta de otras formas de apropiación del espacio público, haciendo explícita la posibilidad de cambio en contraste con lo establecido.

 

   En la ciudad de La Plata se pueden distinguir tres períodos de apropiación del espacio público por diferentes grupos: el colectivo histórico de intervención Escombros ‘Artistas de lo que queda’, que a finales de la década del ‘80 puso en debate el uso de lo público a través de murales, instalaciones y poesía en relación a lo político-ideológico; un segundo grupo constituido durante la última gestión del Intendente Julio Alak (2003-2007), que puso en marcha la campaña “La Plata Ciudad Limpia”, en donde, entre otras cosas, el graffiti fue visto como un “flagelo”. Consistió en la prohibición de la venta de aerosoles, intimidación de grupos que pegaban afiches, prohibición de pintar paredes o pegar afiches; y tuvo un costo de más de seis millones de pesos del gasto público para el blanqueo de las paredes de la ciudad**; y como tercer grupo, el que se apropió del espacio público nuevamente luego de esta campaña, aquéllos que hemos registrado para nuestros micros: muralistas, performers, grafitteros y grupos de teatro callejero, entre otros.

 

 

 

 

*Castells, Manuel. ‘’Espacios públicos en la sociedad informacional‘’. Pep Subirós, Barcelona, España. 1998

** “Se entendía que la utilización de aquellos medios de expresión (pintadas, grafittis y cartelería), o las prácticas que suponían estas, constituían una manera de ensuciar y contaminar visualmente a la ciudad. (...) Esta prohibición, entonces, constituye una claro perjuicio para la libertad de expresión. No sólo menoscaba el derecho de petición a las autoridades sino el derecho a la identidad propia. Y, lo que es más importante, daña la vida colectiva cuando dificulta los encuentros, y entorpece la construcción de lazos sociales, es decir, la creación y recreación de la vida comunitaria en un marco pluralista o multicultural. (...) No hay democracia sin libertad de expresión”. Rodríguez, Esteban “La Plata ciudad limpia” Censura previa y clausura de espacios públicos. 2007. Disponible en: http://argentina.indymedia.org/news/2007/10/560346.php

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